La modificación de una norma le permitió actuar para Australia, país
en el que ya es una leyenda. Disputó tres mundiales y marcó innumerable
cantidad de goles para su Selección. También se hizo un nombre en la Premier League.
La decisión
de la FIFA significó el punto de inflexión. Dentro de un proceso de
crecimiento, el aval del ente que regula el fútbol posibilitó que Australia pudiese
incrementar su competitividad y la capacidad de desarrollo. A mediados de 2005,
los Socceroos abandonaron la
clasificación oceánica –donde lograban goleadas históricas- para comenzar a
jugar dentro de la confederación asiática.
Dicha
evolución ha ido acompañada de la profesionalización de la A-League, que hace
poco tiempo cumplió su décimo aniversario. Aún es un certamen de poco
reconocimiento, existen solo diez equipos y está regulado por un sistema de
franquicias, sin ascensos ni descensos. Igualmente, han sabido convencer a jugadores
de renombre, como Alessandro Del Piero, de jugar en su país.
En el último
tiempo, sobre todo desde comienzos del presente siglo, el fútbol ha ganado
adeptos en un territorio donde el rugby, el cricket y el fútbol australiano son
las actividades de mayor exposición. De hecho, a lo largo de la historia, han
obtenido diferentes títulos en esos deportes. Sin embargo, con la aparición de
nuevas escuelas de formación y un proyecto integral que ya ha tenido resultados,
los australianos apoyan más a su seleccionado de soccer.
Uno de los
líderes de ese crecimiento ha sido Tim Cahill desde el campo de juego. En su
época en el colegio, se practicaban todo tipo de deportes, y un cazatalentos lo
vio jugar y le ofreció comenzar a entrenar en la cantera del Sidney FC. Fue el
comienzo de su trayectoria futbolística, a la que pronto añadiría un hecho que
no pasaría por alto en su carrera. Criado en Australia, optó por viajar a
Samoa, tierra donde había nacido su madre, para visitar a su abuela enferma.
Solo tenía 14 años y le ofrecieron integrar el equipo Sub 20 de la selección
samoana. Aceptó y enfrentó a jugadores que lo superaban en edad y condiciones
físicas.
Años
después, contaría con diferentes posibilidades para optar. Podía elegir a
Irlanda por la descendencia de su padre, también a Inglaterra luego de comenzar
su experiencia futbolística en Londres. La norma que establecía la prohibición
de ser convocado por un país posteriormente a jugar de forma oficial con otro,
dejaba sin efecto los propósitos de Tim de ser convocado por Australia. Su
objetivo era actuar para el equipo del lugar que lo vio crecer. Más tarde, el
cambio en la regla de FIFA permitió a los seleccionados convocar jugadores que
hayan disputado competencias juveniles para otra nación.
Allí
comenzó el periplo del futbolista, que ya había logrado destacar en las ligas
de ascenso del fútbol inglés. Pocos días después de jugar para Samoa, sus
padres le otorgaron un permiso para viajar a tierras londinenses. El Millwall
de Tercera División le ofreció un contrato y, para asegurar su bienestar
económico en la capital, obtuvo un trabajo pasajero. “Recuerdo limpiar botas en
Millwall por 250 libras semanales y sentirme millonario. Yo ya lo había
conseguido. Si no hubiese llegado a jugar en otro equipo, no me hubiese
importado porque ya había conseguido jugar en un equipo de futbol inglés”,
expresó en una entrevista.
Obtuvo un
ascenso a segunda categoría y fue el máximo goleador en 2004 de la FA Cup,
torneo en el que su conjunto llegó a la final y cayó ante el Manchester United.
De todos modos, las grandes actuaciones le valdrían para dar un salto
cualitativo en su carrera. El Everton lo sumó a sus filas para la temporada
2005/06. Ocho temporadas disputó en el club de Liverpool, dejando un gran
legado. Marcó 68 tantos (37 de ellos de cabeza) y se configuró como uno de los máximos
goleadores de los Toffees en el Derby
de Merseyside.
En el
momento de su llegada, era un centrocampista con una dinámica muy acentuada,
que llegaba constantemente al área rival. Con el rendimiento exhibido en
Goodison Park, persuadió a Guus Hiddink, quién lo citó para el retorno
australiano a una Copa del Mundo, en Alemania 2006 (año en el que estuvo entre
los diez ternados para el Balón de Oro). Los oceánicos solo habían podido estar
en la edición de 1974, sin anotar siquiera un gol. Entrando desde el banco en
su primer juego contra Japón, Cahill anotó un doblete para darle la victoria a
su equipo, con un remate dentro del área y otro de media distancia. De esa
manera, se transformó en el primer jugador que convirtió para Australia en la
máxima cita.
Los Socceroos llegaron a ese certamen con
jugadores como Mark Schwarzer, Harry Kewell, Brett Emerton, Mark Bresciano o
Mark Viduka. Lograron avanzar a octavos de final tras perder con Brasil y
empatar ante Croacia, aunque cayeron frente a Italia luego un polémico penal
que el juez sancionó en el final del partido. Más allá de no clasificar a la
siguiente fase, fue la gesta más importante del combinado.
Pieza vital
de la plantilla australiana en 2010, Sudáfrica los vio irse en Primera Ronda.
Cahill convirtió ante Serbia y continuó sumando goles a su palmarés. Ya en
Brasil 2014, actuando como delantero centro, fue el líder colectivo, junto a
Bresciano. Encuadrados en un grupo de marcada dificultad (Chile, Holanda y
España), nada pudieron hacer para regresar al primer duelo de eliminación
directa, aunque Tim hizo dos goles más, siendo el realizado ante los
neerlandeses uno de los diez nominados por la FIFA para el Premio Puskas.
Mientras
aumentó su calidad de indiscutido para la selección, se convirtió en uno de los
futbolistas más importantes del Everton. “Es lo mejor que me ha pasado en el club”,
sentenció David Moyes. Los aficionados filmaron un documental en su honor,
titulado “Cahill, the unseen journey”. Antes del último Mundial, fue
transferido al New York Red Bulls. Allí marcó el gol más rápido de la historia
de la MLS, sigue compitiendo a buen nivel y celebrando como un boxeador ante el
banderín de córner. En la Copa Asia, suma conquistas a sus 35 años y ya es el
máximo anotador histórico de su Selección.
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