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Los escalones a la gloria del campeón

El Club Atlético San Lorenzo la debió pelear durante toda la copa, para poder llegar a la final y consagrarse campeón. Un elenco que estuvo por descender al infierno y logro ascender hasta las mismas puertas del cielo logrando por primera vez la Copa Libertadores y consiguiendo el pasaje al Mundial de Clubes. El paso a paso de un sufrido campeón.


El infierno y la resurrección

Exactamente no hace mucho, el 24 de junio del 2012, San Lorenzo jugaba contra San Martín de San Juan. Necesitaba una victoria y depender de otro resultado para no descender al Nacional B, la segunda categoría del fútbol argentino. Arrancaba con derrota uno a cero. San Lorenzo estuvo condenado a la B Nacional durante treinta minutos, hasta que de la mano de Carlos Bueno, con la cabeza de Walter Kannemann y nuevamente con el delantero uruguayo Bueno, logró salir del infierno, aunque fue condenado a la promoción. Tenía chances de descender, pero ahora eran uno contra uno.

Una victoria frente a Instituto de Córdoba lo retuvo en la A, le dio otra chance de mantener la categoría. A cancha llena, en momentos difíciles, su público sufrió demasiado pero respondió de buena manera, asistiendo, alentando al equipo.

Allí comenzó la resurrección: aprovechando esa oportunidad –quizás única en la vida-. El 15 de diciembre de 2013, se consagró campeón del Torneo Inicial de manera atípica, coronándose como el campeón con menos puntos (33) en la historia del fútbol Argentino. Pero a quién le importaba. Era un título, una estrella más y significaba el pasaje directo a la Copa Libertadores, la obsesión.

Porque el hincha azulgrana no estaba cómodo con la ausencia de ese trofeo en sus vitrinas. Desde 1960, en su primera edición en la cual había regalado la localía por cuestiones económicas y fue eliminado en la semifinal con Peñarol, el elenco de Boedo vio desfilar a sus rivales del torneo local con el trofeo una y otra vez.

El 2014 era el año. Estaba como director técnico Edgardo Bauza, quien ya la había ganado con la Liga de Quito. Estaba uno de los planteles más amplios e importantes del país y, no menos, estaba Mario Bergoglio o el Papa Francisco, llámenlo como deseen, haciendo más fuerza que nadie.

La obsesión: La Copa Libertadores


La Fase de grupos
Unión Española de Chile, Independiente del Valle de Ecuador y Botafogo de Brasil fueron los tres escollos que debió superar San Lorenzo para acceder a octavos de final.

¡Qué duro comienzo debió haber sido visitar el Maracaná y caer derrotado por dos a cero!. Las ilusiones se mantenían intactas, pero el tropezón fue doloroso.

Había que reponerse, de local y contra el rival más accesible de los tres que tocaban. Independiente del Valle llegó al Nuevo Gasómetro. Había que llevarse una victoria y para eso estaba el crack del ciclón, Ángel Correa, quien puso las cosas uno a cero y levantó la moral de los hinchas, más allá que fue una floja actuación del conjunto.

Unión Española venía a la Argentina, nuevamente San Lorenzo hacía de local y necesitaba otros tres puntos. Y mientras Mauro Matos estaba dándole la alegría a todas las almas pintadas de azul y rojo, Gustavo Canales en el final del partido les ahogó el festejo. La situación se complicaba un poco, había que definir y de visitante en dos oportunidades. Justamente la primera, no fue la mejor parada. Unión Española le ganó a San Lorenzo en Chile y  prácticamente lo dejó knock out.

La visita a Independiente del Valle era color de rosa, aún había chances, pero un penal en el minuto 93’ dejó a San Lorenzo prácticamente eliminado. Y ahí apareció la mano del Papa, Unión Española venció en el Maracaná a Botafogo y el equipo de Boedo aún tenía una chance, aunque volvía a depender de otros resultados. Independiente del Valle debía no ganar y San Lorenzo obtener la victoria para pasar a la próxima fase. De no conseguir el triunfo el elenco argentino, los ecuatorianos pasarían de ronda. Pero si San Lorenzo ganaba e Independiente del Valle también, los cuervos debían hacerlo por dos goles de diferencia, ya que al tener más goles en contra, avanzarían el conjunto de Independiente del. Muy complicado el panorama para el Ciclón.

La clasificación

Quien te ha visto y quién te ve, sufriendo. Como es común. Mientras arrancaban a atacarse San Lorenzo y Botafogo, Unión Española marcaba el 1 a 0 contra Independiente del Valle. Así, el equipo de Bauza, sólo debía ganar el encuentro. Pero un minuto más tarde, Angulo igualó para los ecuatorianos. Así y todo, las cosas no cambiaban. En Argentina, San Lorenzo encontraba la ventaja tras un rebote fortuito en un tiro que ejecutó Héctor Villalba que puso las cosas 1 a 0.

En el comienzo del segundo tiempo, Angulo nuevamente anotaba el dos a uno para el conjunto Del Valle. Ahora sí, la diferencia de goles corría de atrás a San Lorenzo Ignacio Piatti ponía lo que era el dos a cero en el Pedro Bidegain. Pero no alcanzaba, faltaban 35 minutos y se tenía hacer uno más. De acá en adelante, la historia se trasladó casi toda a Chile: Ángulo ponía el tres a uno. Ahora debía hacer dos goles más San Lorenzo, casi quedándose afuera de la Copa, dejando clasificados a Unión Española y al conjunto de Independiente.

Campos Toro descontó, ponía las cosas 2 – 3 y el cuervo debía hacer uno más. Y apareció el empate, mágicamente. Un gol en contra de León, ponía la igualdad para el elenco chileno y con esto, San Lorenzo estaba adentro. Y más adentro cuando Campos Toro anotó 4-3 de penal. Pero reaccionó el conjunto ecuatoriano y a falta de diez minutos, logró igualar el encuentro y con un tanto de Sornoza se puso 5 a 4 en el final del encuentro. Por un gol de diferencia, estaban adentro. Y la historia estaba casi toda allá, porque acá faltaba algo más. Volvemos a Argentina, minuto 86, peina Matos, Piatti queda mano a mano con el arquero y encarándolo define arriba, contra un ángulo. Ahora San Lorenzo tenía los goles de diferencia, ese 5 a 4 a favor de Independiente del Valle no le servía, la diferencia de gol era favorable a los de Bauza. Así se dio el primer milagro, desde la fase de grupos.

Los octavos

Pasaron a los octavos de final 16 equipos. El equipo presidido por Matías Lammens y Marcelo Tinelli lo hizo como #15. Desde el primero al octavo, definían en su casa, por ende, San Lorenzo tenía ínfimas chances de poder cerrar de local. El panorama ya era adverso desde el “vamos” y si encima te tocaba Gremio, estaba realmente difícil. El equipo brasilero visitó Argentina con cuatro victorias y dos empates en su haber, sin derrotas y siendo el segundo mejor de los primeros. Las rachas están para romperse y para romperlas están los habilidosos, los cracks. Ángel Correa marcó el 1-0 y puso a San Lorenzo cómodo y en ventaja de cara a la revancha en el Arena do Gremio.

Acá aparece por primera vez en su máximo esplendor el ángel salvador de San Lorenzo. Sebastián Torrico, el cóndor para los amigos, estuvo soportando el asedio del elenco de Hernán Barcos y compañía, quiénes buscaron vulnerarlo por todos los medios. Y cuando no podía el guardavalla aparecía la pierna derecha de Buffarini, para sacar el tanto en la línea. Parecía infranqueable esa meta, hasta que sobre el final, con un gol de Dudu, el global se igualó 1 -1. Penales.

Comenzó la lotería. Dicen que es a suerte o verdad la ejecución de penales, paro acá se trató de hombres, de héroes. El primero que ejecutó fue Barcos, a la derecha de Torrico, quien fue al mismo lugar y la sacó. Ortigoza convirtió el suyo, ejecutando al mismo lugar que Barcos. San Lorenzo en ventaja en la primera serie. Cristian Riveros y Mauro Matos anotaron los suyos. Todo seguía con San Lorenzo arriba un tanto.

Maxi Rodríguez, el uruguayo, ejecutó fuerte, al costado derecho y arriba. Solo él sabe cómo metió la mano ahí, pero Torrico la hizo rebotar contra el travesaño y salir. Había que estirar la ventaja, para ello iba Blandi, palo y gol. Suspenso, pero la ventaja estaba. Iba 3 – 1. Rodriguinho descontó y ahora todo estaba en los pies del defensor que había evitado lo que hubiese sido derrota del CASLA. Buffarini caminó esos 50 metros al punto penal con la clasificación a cuartos en sus pies. Ejecutó mordido, abajo, impactando en el palo, el arquero fue ahí, pero la pelota entró igual. Todos fueron a abrazar a Torrico, a gritarlo con los hinchas que habían ido a Brasil o con cualquiera que tuviese una remera azul y roja. San Lorenzo había pasado a cuartos de manera épica, por penales, con suspenso. Como es de costumbre, sufriendo.

Los cuartos de final

Eliminados ya Botofago y Gremio, ahora se venía otro brasilero: Cruzeiro. San Lorenzo volvía a abrir de local en el Nuevo Gasómetro. Un estadio que estaba colmado de expectativas. Que esperaba otra victoria de San Lorenzo, pero que también sabía de la complejidad de ello. Porque si hay algo que tuvo este equipo, fue el fervor de sus hinchas, la compañía y el sostén en momentos difíciles.

Por una cabeza, literalmente, por la de Santiago Gentiletti, San Lorenzo se llevó la victoria por 1-0 en un encuentro en el que fue superior, dominó más, pero necesito de algunas intervensiones de su arquero. Así y todo, llegó un poco más relajado al Mineirao. Rápidamente en Brasil, Ignacio Piatti, a los diez minutos, había puesto el 1-0. Y ahí volvió a aparecer quien fuese el héroe contra Gremio. Sebastián Torrico volvió a defender el arco de San Lorenzo con alma y vida, evitando que se vulnerase su propia valla durante 71 minutos, hasta que Bruno Rodrigo logró vencerlo por única vez. El equipo de Bauza llegaba a una semifinal nuevamente. A esa situación donde en 1960, en la primera edición, había otorgado la localía.

El comienzo de la ilusión: La semifinal

Bolívar fue el rival. Y nuevamente en casa; era la primera cita para estos partidos. Había dudas de este encuentro por parte de los hinchas. El parate del Mundial traía sus miedos, porque el equipo venía descollando y la inactividad podría haberlo enfriado e incluso haberle bajado el ritmo a los jugadores. Además pesaba la salida de dos miembros del equipo:  Ángel Correa, quien debió ser operado) y Carlos Valdes, el defensor colombiano, que tras el Mundial, decidió no regresar al club. Lejos de dudas y sin importar las ausencias, el elenco de Bauza salió a jugar la semi, como si fuese la final. Y lo pasó por encima, desde el principio al final.

Ya a los seis minutos, Mauro Matos después del centro y una mala salida del arquero, anotaba el 1-0. Se veía venir una goleada cuando Emmanuel Más, también por la misma vía, anotaba el 2-0. Después de menguar un poco el ritmo, a los 70 minutos el más importante en la Copa, Juan Ignacio Mercier, anotaba el 3-0. Y apenas cuatro minutos después Buffarini, clavaba un sablazo de lejos con el cual ejecutó al arquero de Bolívar. 4-0 y tranquilidad total. Y cierra la cuenta, nuevamente Emmanuel Más. Era 5-0 y estar un escalón y ¾ en la final. Leandro Romagnoli, el ídolo del club y Mauro Cetto reemplazaron a los ausentes y vaya si lo hicieron con creces.

San Lorenzo fue a Bolivia con la necesidad de volver sin expulsados y sin cargas groseras de amarillas. Algunos, como Buffarini, por haber visto ya tres veces el cartón, debían cumplir una fecha de suspensión y por suerte, esta fue la indicada. En un partido sin muchos sobresaltos, manejado por Bolívar con un San Lorenzo sin arriesgar, que solo contó con un Blandi que realizó un partidazo en La Paz, reguló los 90 minutos. Anecdótico será el gol Yecerotte antes del pitido final del árbitro. San Lorenzo por primera vez en su historia accedía a la final de la Copa Libertadores. Y bien merecido lo tenía.

El sufrimiento y la gloria máxima: La final





Nacional de Paraguay era el rival. Las complicaciones para San Lorenzo aparecían. 

  • Se invirtieron los roles: pasó de ser punto y estar en desventaja a ser banca . ¿Por qué? Nacional era el #16 clasificado. Los dos peores segundos fueron los que se encontraron en la final. Y San Lorenzo tenía que salir campeón frente a una escuadra que no parecía que podía otorgar demasiada resistencia al ciclón.
  • El definir de local: San Lorenzo, acostumbrado a plantear los partidos en condición de local primero, ahora debería definir en casa, en la final y con la presión a cuestas. 
  • El rival: se hacía fuerte de local y salía a sostener de visitante.
  • La ausencia de Piatti en la vuelta: Nacho había firmado con el Montreal Impact, de la MLS en Estados Unidos, pero debía esperar a que termine esta competencia. Se terminaba el período de traspasos en Norteamérica el viernes ocho de agosto y el miércoles 13 era la vuelta. Ni la MLS ni la FIFA otorgaron una prórroga a Ignacio quien debió perderse la vuelta.
Y ante todas estas adversidades y unos 10.000 hinchas, de los cuales sólo 4.000 pudieron ingresar al estadio Arsenio Erico, el elenco de Edgardo Bauza salió a jugar la final del máximo certamen en América. Dominó durante todo el encuentro a un equipo que no jugó como correspondía el partido. Nacional nunca supo cómo jugarle de igual a igual a San Lorenzo que lo dominó durante los 90 minutos del partido. Sabrá si fue la presión del lugar, los hinchas, el momento histórico. Pero le costó mucho a Nacional.

Goles importantes si los hay, ante un equipo que nunca había perdido de local, Mauro Matos convertía tras una linda jugada colectiva y un buen centro de Villalba, el delantero anticipó al defensor y con una volea perfecta logró superar al arquero Don. San Lorenzo en Paraguay, se imponía por 1-0. Y en lo que fue un partido casi perfecto, apareció el quizás único descuido de San Lorenzo: Fredy Bareiro le ganó a Gentiletti de arriba y Santa Cruz se anticipó a Fontanini, quien quería cerrar y a Torrico quién no logró salir rápidamente.

En el último minuto se veía desmoronada la gran imagen el partido perfecto que había planteado San Lorenzo, en Paraguay. Un esquema que logró neutralizar a un equipo que era fuertísimo en su casa y que encontró un inmerecido gol en una última jugada. Sufrimiento. Se venía la vuelta, los hinchas se peleaban por una entrada, hacían largas colas, acampes, nadie (créame cuando le digo nadie) quería estar fuera de este partido. Estadio colmado, fuegos artificiales, papeles al viento, banderas, multitud de hinchas, humos de colores, globos. Cualquier artículo de cotillón que se le ocurra estuvo en esa noche.

San Lorenzo se jugaba el partido más importante de su historia de local. Y fue el que peor jugó en toda la Copa Libertadores. Los nervios, así como antes invadieron al conjunto paraguayo, hoy cayeron sobre las figuras más importantes del Ciclón, que descansaba en Romagnoli cuando éste tenía la pelota y podía profundizar. Y arrancó asediado, la primera pelota, un minuto de juego y Sebastián Torrico tuvo que exigirse, como nunca para sacar un tiro abajo, ayudado por el palo. Se veía que el hincha iba a sufrir más de lo que se esperaba.

Y Gentiletti estaba nervioso con la pelota, Mercier erraba toques a corta distancia, Ortigoza que trataba de clarificar erraba e incluso lanzaba pelotazos, los delanteros no podían encontrarse y Cauteruccio quien ingresó para reemplazar a Ignacio Piatti, estuvo jugando por volante por la izquierda y no cerca del área, donde es su hábitat natural. Cuando peor la pasaba el equipo local, cuando no tenía la pelota, cuando veía que no podía frenar los embates del local, un centro, una tijera/chilena de Cauteruccio y una mano súper infantil de Coronel le dieron a Néstor Ortigoza la chance de patear el penal más importante de la historia del club.

El volante del ciclón ejecutó al otro lado de donde fue el arquero Don. Y el delirio fue inmenso, en la mitad del primer tiempo, San Lorenzo se ponía en ventaja, inmerecidamente, pero en ventaja al fin.  El segundo tiempo se desarrolló de manera un poco más tranquila, más organizada, con Romagnoli, Ortigoza y Mercier ahora más tranquilos y con el descanso de la pelota en sus pies, que era más importante que nunca.

Pero Torales metió una pelota larga, Cetto sale a cabecear y le pifia a la pelota, Buffarini no deja girar a su marca quién pivotea para Bareiro, quien adentro del área se prepara, apunta y cuando la pelota buscaba destino de red, Santiago Gentiletti, se tiró y logró desviar el remate por encima del travesaño. No estuvo en el marcador, pero se festejó como un gol. O incluso más. Y el árbitro pitó el final. Ahí se desató el llanto, la locura, el fervor. El grito ahogado de 106 años de historia de no poder haber conseguido esta Copa. El haber regalado la localía en la primera edición. El hecho de que se jugó mal en la vuelta, pero nadie le quita lo bailado al campeón.


Las claves

Los jugadores y su regularidad: Mercier, Ortigoza se hicieron amos y señores del mediocampo desde los inicios del certamen, manejando los hilos, creando las situaciones y siendo los más regulares en todos los partidos. Además, fueron con Torrico, Gentiletti y Más los únicos que jugaron todos los encuentros de la Copa.

Los destellos individuales: Más allá del gran juego en equipo que ofrecieron los de Boedo, tuvo sus individualidades en los momentos justos. Piatti en el encuentro con Botafogo, Gremio y Cruzeiro, fue quien supo cargarse el equipo al hombro, por eso se extrañó (salvo por algunos que lo cuestionaban) su ausencia en la vuelta de la final. Leandro Atilio “El Pipi” Romagnoli, demostró por qué es ídolo. Y no fue por su llanto, por su emoción, fue porque sabe jugar finales. En Paraguay se vistió de mediocampista y más allá de ser habilidoso como es, se disfrazó de relevo y estuvo atento a la subida de todos sus compañeros y tapando los huecos que quedaban. En el Gasómetro fue el dueño de los tiempos del equipo, supo buscar las faltas, apaciguar las velocidades y sobretodo, controlar a los volantes del equipo visitante. Ángel Correa, el que se perdió los encuentros después del semestre inicial, fue fundamental en los partidos de octavos y cuartos; es distinto, es un crack, siempre sabía qué hacer con la pelota. Y merece un párrafo especial la defensa, en general. Sebastián Torrico, el cóndor estuvo siempre atento y de esta copa, debería llevarse un 25%.

La defensa: Bauza dijo que este equipo atacaba bien, pero le costaba defenderse. En la primera parte, pagó algunas desatenciones caro, pero en octavos, ellos encontraron la solidez propia de un conjunto campeón.

El técnico: Arrancó flojo y fue criticado, incluso se cuestionó su presencia en partidos siguientes. La comisión directiva lo bancó y Edgardo “El Patón”  Bauza respondió, planteo de manera adecuada todos los partidos y se vio en el final, con su equipo campeón. La segunda personal para el técnico que ya fue campeón con Liga de Quito.


Un merecido campeón se encontró en Argentina. El nuevo Gasómetro exploto al igual que la esquina de San Juan y Boedo. Un equipo que estaba en el piso y derrumbado, logró sacar fuerzas de donde no existen y logró por primera vez tocar el cielo con las manos. Pudo resucitar después de estar en las puertas del infierno. Abrásese, salude a su padre, a su abuelo, a su madre. Al que lo haya hecho hincha de San Lorenzo. Mire para arriba y dedíqueselo a los que ya no están y esperaban esto. Llore, está permitido ahora. Porque hay que darse cuenta, de que formaron parte de la historia. Porque campeón por primera vez, se sale una sola vez.

Salud, campeón. 

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